25 de septiembre de 2014 · Blog Mirar y Ver · por Fernando Herrera
Un cementerio sin visitantes, triste, solitario y final. Tumbas sin gloria ni cuidado que dos hermanastros de oscuro pasado (pasado que se irá revelando de a poco) aprovechan como fuente de mal habido bronce. Ese es el desolado punto de partida que utiliza Claudio Perrín para construir un largometraje de ficción en el también desolado panorama de la realización local.