22 de septiembre de 2014 · Página 12 · por Leandro Arteaga
En la mayor parte del relato, Perrin emplea el recurso del planosecuencia. Es que hay una carga emocional que no puede - ni debe - mentirse. Por eso, la caracterización de Bosco y Schujman es excepcional. Al no valerse del montaje, el film captura la sensibilidad a flor de piel, que eriza el ánimo compartido, como si fuese una bruma que no deja ver pero que a poco disipa y, tal vez, se descubra en un estallido. Un proceso semejante sólo puede registrarse cuando el cine asume un desafío real - vale decir - con la realidad. Porque algo pasa en estos intérpretes, en estos personajes, es que la cámara puede registrar lo que obtiene.